Pinares de Doñana

Espacios naturales

Más de trescientos parajes y reservas naturales

La Campiña

Naturaleza en pleno corazón de Sevilla

De morfología suavemente ondulada, está conformada por las terrazas medias y altas del Guadalquivir, las zonas de contacto con la Subbética, las vegas de los ríos Guadiamar al este y Genil al oeste, y la plataforma de Los Alcores, cerro testigo de 242 m en su parte más elevada, que destaca por su altitud dentro de la Depresión del Guadalquivir.

El corazón de la provincia se extiende como un fértil mar infinito. Cultivos que se pierden en el horizonte con puestas de sol maravillosas. Trigo, algodón, maíz, leguminosas, olivos, el color de la campiña varía con las estaciones, de toda la gama de tierras a los verdes muy intensos y el amarillo del girasol o el blanco del algodón. Siempre sorprende al viajero el mar de colinas sinuosas, suaves, trabajadas por generaciones de agricultores y jornaleros sevillanos que han dado forma al paisaje. La mano del hombre y la naturaleza han conformado el paisaje de la campiña sevillana.

Tradicional zona agrícola de la Provincia, los núcleos urbanos son de gran tamaño y el campo de extensión infinita, salpicado de cortijos y haciendas: Paradas, Arahal, Marchena, La Puebla de Cazalla, Morón de la Frontera, Utrera, Estepa, Osuna, Écija, Carmona, Alcalá de Guadaira y los pueblos de los Alcores que se alzan sobre la planicie de la Campiña. Las vistas son espectaculares.

Como en toda la provincia, en la Campiña también vamos a encontrar gran diversidad: grandes campos de cultivo que albergan mucha vida, dehesas, vías pecuarios y ríos. 

Los ríos Corbones y Guadaira, ambos afluentes del Guadalquivir, atraviesan la parte occidental de la provincia desembocando en el Guadalquivir y generando a su paso un corredor ecológico entre el sur y el centro de la provincia y en algunas zonas, humedales. En ambos podemos encontrar vegetación de ribera, con fresnos, chopos, tarajales, adelfas, rosales silvestres, juncos, etc. El Corbones nace en la Serranía de Ronda y atraviesa las grandes extensiones de llanuras de la Campiña creando un ecosistema propio. En él podemos encontrar ejemplares de barbos, bogas y carpas. Es casi segura desaparición del calandino (Rutilus alburnoides), especie endémica de la península ibérica, por la que parte del río está propuesto como zona de Lugar de Interés Comunitario (LIC). En algunos tramos se han detectado indicios de nutrias. Entre los reptiles el galápago europeo y la rana meridional. En el embalse de La Puebla de Cazalla puedes ver garcillas, fochas, ánades, jilgueros, espátulas, palomas torcaces y algunas águilas pescadoras.

El río Guadaira nace en la provincia de Cádiz (Pozo Amargo), cerca de Morón de la Frontera, y atraviesa los términos de Arahal, Alcalá de Guadaira, Dos Hermanas, Coria del Río y Puebla del Río, creando imágenes espectaculares que han inspirado a los paisajistas y viajeros románticos. En el Museo del Prado de Madrid se conservan numerosos paisajes del Guadaira, con sus molinos y saltos de agua y su vegetación frondosa de ribera: álamos, tarajes, sauces, chopos, olmos, fresnos, eucaliptos, adelfas, aros, juncos, carrizos, rosales silvestres, zarzas, hiedras, zarzaparrillas y majuelos. A su paso por el Paraje Natural del Oromana, en Alcalá de Guadaira, bosque de pinos centenarios.

Son abundantes las carpas, barbos, bogas de río, anguila, gambusia y sábalo, entre otros. Entre los anfibios encontramos la rana común, ranita meridional, sapo común, sapo corredor o el galápago europeo. Entre las aves destacan la  garcilla bueyera, garza real, lechuza, ánade azulón, focha común, carricero o cigüeñuela, entre otras. Un tramo está declarado Monumento Natural Riberas del Guadaira, desde el molino de Pelay-Correa hasta el molino Hundido en la unión del arroyo Guadairilla con el río Guadaira. En este tramo se incluyen el parque de Oromana y doce molinos harineros de origen árabe, entre los que destacan el de la Aceña, el del Algarrobo y el de Realaje.

La dehesa es el claro ejemplo de la naturaleza modelada por la mano del hombre. Se conservan las dehesas de Arenales en Morón de la Frontera y de Montepalacio, en Paradas. Atravesadas por arroyos, son zonas de producción agrícola y ganadera: alcornoque, encina y pinos albergan una gran diversidad de fauna y vegetación y crean un paisaje único. Jaras, aulagas y retama entre los matorrales, son refugio de lagartos, culebras, abubillas, cigüeña negra, águila calzada, milano real, águila culebrera, erizos, liebres, conejos, perdices, zorros y ginetas. El arbusto Thymelaea lythroides, un endemismo íberonorteafricano, sólo podemos encontrar en dos zonas de la Península Ibérica, una en el municipio toledano de Velada y otra en la dehesa de Montepalacios en Paradas. 

Las vías pecuarias son senderos naturales, vías verdes o corredores ecológicos, que antaño recogían el paso de miles de cabeza de ganado y son hoy un recurso ambiental que nos permite conocer a pie de camino toda la riqueza natural de la zona. Destaca la vereda de Mariserrana en el Arahal, con bosquetes de encinas, lentiscos, jaras, coscojas y acebuches, entre otros. 

En Marchena la cañada real de Morón, desde el núcleo urbano hacia el sur del término municipal. El cordel de Jarda, la vereda de los Abrigosos, la cañada real de Pruna y la cañada real de Paradas, con pinos piñoneros, chaparros, lentiscos, algarrobos, etc. No te pierdas la Vía Verde de Los Alcores. En el Complejo Endorreico de Lantejuela podrás avistar diferentes especies de ave en peligro de extinción.