Santiponce Itálica

Patrimonio

Un inmenso legado por descubrir

Ermita de Nuestra Señora de Guía

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La ermita se remonta a la época almohade, entre 1147 y 1269. Fue un morabito o rábitas, edificios destinados al culto religioso a las afueras de las ciudades y cercanos a los caminos. Sobrevivían con las limosnas de los creyentes. El edificio fue remodelado en el siglo XVI y el XIX.

En mayo de 1525 apareció junto a sus muros una imagen de la Virgen María a la que se llamaría de Guía y el templo se dedicó a su advocación. Desde 1634 y hasta la extinción de los señoríos en el siglo XIX, perteneció a Pedro de Guzmán y Zúñiga, conde-duque de Olivares.

Estuvo en peligro de derrumbe y Alfonso Jiménez la restauró en 1974 y 1975, adosando una nave a dos aguas. La cabecera es de planta cuadrada y está cubierta con una cúpula octogonal sobre trompas. El interior está decorado con arquerías ciegas de pequeños arcos mixtilíeos y apuntados que apoyan sobre columnas.

Más adelante una nave a dos aguas y la parte central quedaron como nave principal. Existen pinturas del siglo XVI en los muros que sustentan la cúpula, a la derecha. En el altar mayor está la talla de Ntra. Sra. de Guía, una imagen de las de candelero del siglo XVII con un Niño Jesús en los brazos. La imagen de Santa Lucía, del mismo siglo, luce un medallón con relieve del Padre Eterno, este de finales del siglo XVI. Ya del siglo XX encontramos una imagen del Santísimo Cristo de las Tres Caídas.

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