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Ruta Cultural: La Orden de Malta por la Provincia de Sevilla

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A lo largo de los siglos XII y XIII, la monarquía castellano-leonesa se apoyó en la Orden de San Juan para la conquista, defensa y repoblación de los territorios conquistados de al-Andalus. Fernando III inició la conquista del reino de Sevilla en 1247. Los caballeros de San Juan atacaron por Sierra Morena y participaron en la toma de importantes fortalezas como Constatina, Setefilla, Lora de Río, Alcolea del Río y Carmona. Tras la toma de Sevilla, en 1248, Fernando III y su hijo Alfonso X entregaron a los caballeros hospitalarios villas y tierras en el Valle del Guadalquivir, La Campiña y El Aljarafe, además de un barrio intramuros en la ciudad de Sevilla. Este barrio conventual, bajo la advocación de San Juan Bautista, contó con un perímetro amurallado y tenía jurisdicción eclesiástica y civil, constituyendo una ciudad dentro de la ciudad, el priorato de San Juan de Acre. Aún se conservan nombres de calles, como Puerta de San Juan de Acre y Artes de la Seda, que recuerdan la presencia de la Orden de San Juan en Sevilla y su actividad mercantil y económica que concluyó con la desamortización de los bienes eclesiásticos en 1837.

Las Cabezas de San Juan es, por su situación geográfica y muchos atractivos, parada obligada en una de las principales vías de comunicación de la península ibérica, la Vía Augusta, que enlazaba el puerto de Cádiz con los Pirineos.. Llamada así en honor al emperador Augusto, todos los historiadores coinciden en que su trazado antecede a la dominación romana. Hasta la construcción de la Autopista del Sur (AP-4), concluida en 1972, ésta fue la principal vía de comunicación entre Sevilla y Cádiz, pasando por el Cuervo de Sevilla, Lebrija, Las Cabezas de San Juan, Utrera y Alcalá de Guadaíra, desde donde continuaba hacia Córdoba por el Gandul. En 1928, la antigua calzada se asfaltó, promovido por el Ministerio de Fomento, pasando a llamarse Carretera Nacional IV. El objetivo era la construcción de una red de vías adecuadas al tráfico automovilístico, el Circuito Nacional de Firmes Especiales. Como prueba, el asfaltado del puente romano de Las Alcantarillas de Alocaz, en el término municipal de Utrera. Entre sus arcadas el viajero puede leer una inscripción dedicada al emperador Augusto.

La privilegiada situación geográfica de Los Palacios y Villafranca, sobre un cerro que domina la marisma y sus caños, la convierte en una de las localidades de la provincia de Sevilla con mayor patrimonio natural. El municipio cuenta con cuatro espacios naturales, tres son humedales, el Cerro de las Cigüeñas, el Pantano y la laguna La Mejorada, con gran presencia y variedad de aves, algunas en riesgo de extinción. El Parque Forestal Maribáñez, de 14 hectáreas, surgió hace 50 años como vivero para la repoblación de la zona con especies autóctonas. Actualmente es un hermoso paraje de esparcimiento de esta pedanía del municipio. El pueblo también ofrece una amplia oferta gastronómica, posiblemente entre las mejores de la provincia de Sevilla. Sus fértiles huertas, con denominación de origen y que compiten en el mercado ecológico internacional, producen hortalizas de primera calidad que son la base de los sofritos para guisos de carne y arroces que el visitante puede degustar gracias a su numerosos establecimientos de restauración y hostelería. Se celebran ferias agro-ganaderas anuales, además de su tradicional Festival Flamenco de la Mistela.

En el proceso de cristianización del territorio, los nuevos señoríos de Sevilla toman como modelo de explotación la alquería árabe. Estas son las haciendas, pequeños núcleos de población en régimen de autoabastecimiento. En el siglo XVII, la decadencia del comercio sevillano hace que las grandes fortunas se refugien en inversiones agrarias, produciéndose un auge y capitalización del mundo rural. En el siglo XVIII, la compra de fincas de olivar es un objetivo prioritario de las grandes fortunas y Sevilla se especializa en la ganadería extensiva y el comercio del aceite. Estos procesos fijan la identidad latifundista de la alta burguesía andaluza. A finales del siglo XIX se contabilizan más de trescientas haciendas de olivar en el entorno de Sevilla. Hoy perviven muchas de estas magníficas construcciones en los términos municipales de Los Palacios y Villafranca, Dos Hermanas, Utrera y Alcalá de Guadaíra, algunas mantienen su carácter eminentemente agrario, adaptándose a las exigencias del mercado, y otras se han reconvertido en bellos establecimientos hoteleros y edifícios públicos, como centros culturales o ayuntamientos.

La ribera del Guadaíra es uno de los principales atractivos de Alcalá de Guadaíra. Un amplio parque periurbano en el que disfrutar de la naturaleza y la historia a través de sus monumentos. Para conocerlo, una de las rutas se inicia en el puente romano de Jesús Nazareno y sube hasta la ermita de San Roque, sigue entre los pinares de Oromana y desde allí baja al parque de la ribera del río para visitar los molinos harineros, exponente de la importancia que el pan tiene en la historia de Alcalá de Guadaíra. No sólo destacan los molinos medievales, también hay modernas construcciones como la estación de bombeo de Adufe Bajo y su depósito, Adufe Alto, al que llaman la catedral del agua. Se construyeron en 1887 por la compañía The Seville Water Works Company Limited, con el objetivo de suministrar agua potable a Sevilla, el “agua de los ingleses” le llamaban. La estación elevadora de agua de Adufe Bajo estuvo en funcionamiento hasta 1957 y es un curioso ejemplo de arquitectura industrial británica en la provincia, conservándose el sistema de bombas y la maquinaria asociada.

La repoblación del territorio aljarafeño, muy especialmente San Juan de Aznalfarache y Tomares, estuvo ligada a los caballeros de la Orden de San Juan, un hecho que se ha proyectado hasta nuestro días en algunas tradiciones locales, como son la feria y fiestas de San Juan de San Juan de Aznalfarache. En esta población, a comienzos del siglo XV, se
funda un convento de frailes franciscanos en lo que eran las ruinas del alcázar, y lo hace bajo la advocación de San Juan Bautista. Sin datos fehacientes, pudiera aprovechar la antigua conventual sanjuanista, manteniendo por ello la advocación. Sabemos que en 1611 este monasterio apenas era una ermita, pero en 1710, los frailes prosperaban y adquirían para su nuevo templo el magnífico retablo de los Santos Juanes, de la parroquia de San Juan de la Palma de Sevilla. Obra del granadino Miguel Cano y su hijo Alonso, de 1639, con lienzos del pintor sevillano Juan del Castillo.
En la actualidad preside la iglesia de los Sagrados Corazones del Monumento de San Juan de Aznalfarache, obra del arquitecto Aurelio Gómez Millán de 1949, construido en los terrenos del antiguo convento.

Cuentan las crónicas de La Rinconada que dijo el Rey (Fernando III) “fagamos un hospital de sangre en esta arrinconada del río ¿Y a quién encargar el cometido del mantenimiento de ese Hospital de campaña o de sangre? pues, naturalmente, a la Orden de Caballería de San Juan de Jerusalén” Por esto la cruz de la Orden ocupa uno de los campos del escudo municipal. Fernando III funda durante el asedio de Sevilla un hospital de campaña que aún perdura como tal, el hospital de San Lázaro. El ininterrumpido uso hospitalario de este edificio está entre sus principales valores patrimoniales, que se suma a su iglesia mudéjar, con valioso altar mayor de Pedro de Villegas, y la logia renacentista de la ampliación norte. Aún hoy en día, al hospital se accede por la Torre de los Gausines, vestigio del importante arrabal medieval de la Macarena, que se prolongaba hasta La Rinconada. De la pujanza histórica de La Rinconada dan cuenta los tesoros artísticos su parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, de trazas gótico mudéjares, y en la que  recientemente se han recuperado importantes frescos del siglo XV.

La presencia de la Orden Hospitalaria en Tocina y Los Rosales se remonta a su incorporación a corona de Castilla en 1243, entregada a la Soberana Orden para su repoblación, hasta 1851, en que los bienes sanjuanistas fueron desamortizados. Esta larga relación se advierte en los símbolos municipales, que ha incorporado la cruz de ocho puntas como propia, los nombres históricos de sus calles y plazas, como calle Caballeros, la plaza del Concejo o la más reciente plaza de la Orden de Malta, y en monumentos como el homenaje al comendador José de la Plata y Ovando. No en vano, el retablo mayor de la parroquial de San Vicente Mártir está dedicado a cuatro caballeros soldados, mártires de Roma, Teodoro, Amiano, Juliano y Océano, que escoltan la advocación de Santa María la Blanca. Este vinculo del municipio de Tocina y Los Rosales con la Orden de Malta se ha recuperado recientemente, a raíz de los actos de celebración del III Centenario de la construcción del templo parroquial. Tocina y Los Rosales acogió entonces el I y II Simposio de la historia de la Orden de San Juan y el capítulo general de la Orden, programándose nuevas actividades anualmente.

El 17 de diciembre de 1504, Alcolea del Río se separó del bailío de Lora del Río, constituyendo su propia encomienda. Para conmemorarlo, desde 2005 celebra las Jornadas y Mercado Medieval del V Centenario, que organizan diferentes entidades y asociaciones de la localidad y cuenta con la entusiasta participación de todos los vecinos, que engalanan la población y se visten a la moda del medievo. Como complemento, el Ayuntamiento de Alcolea del Río programa actividades relacionadas y de animación en calles y plazas, como concursos, teatros, talleres y pasacalles, que añaden realismo y colorido a este mercadillo medieval y transportan al visitante a la época. Las Jornadas y Mercado Medieval se celebran la última semana de noviembre o la primera de diciembre, iniciando así un festivo invierno, con las tradicionales fechas navideñas, que concluye con las fogatas de la Candelaria, la primera semana de febrero. Esta fiesta se celebra en Alcolea del Río desde antaño y consiste en grandes fogatas que se hacen por barrios, alrededor de las cuales se reúnen los vecinos para confraternizar.

En las crónica medievales, el bailío o provincia sanjuanista de Lora del Río se menciona entra las más importantes y ricas posesiones de la Orden Hospitalaria en la península. Su historia se inicia con la conquista del importante castillo de Shadfilah por los caballeros de San Juan en 1243, incorporando la comarca a la corona de Castilla. Alfonso X ratifica la posesión con el nombre de Septefilia, las Siete Hijas, de esta denominación surgió una leyenda, el nombre se refería a las siete villas del bailío, Setefilla, Lora del Río, Algarín, Almenara, Malapiel, Peñaflor y Alcolea del Río, que se separó en 1504. Antes, a finales del siglo XIII, se habían segregado las poblaciones de Almenara, Malapiel, más conocida por Toledillo y Peñaflor. Setefilla, Algarín, Almenara y Toledillo se despoblaron como consecuencia de la crisis económica y social de los siglos XVI y XVII. El Instituto Nacional de Colonización quiso recuperar la memoria de este histórico periodo de la comarca, renombrando como Setefilla y El Priorato las nuevas poblaciones de colonización que se fundaron en 1965.

La Orden de San Juan tuvo también tierras en la comarca de La Campiña, en la vecindad de Carmona. En 1250, la reina Juana de Ponthieu, esposa de Fernando III, dio a la Orden de San Juan la alquería de Tarazanil, con sus casas, molino, huertas y viñas. También Marchena tiene relación con la Orden de Malta y ejemplifica la evolución de la Orden. Dos edificios de la localidad ostentan la cruz de ocho puntas; en la iglesia de San Juan, la podemos ver en la portada al costado de la epístola, de 1757, también en el frontón del órgano, de 1801. El otro edificio es la Casa Fábrica, que fue almacén y oficinas de las obras del cabildo, concluido a finales del siglo XVIII. Esta presencia de la cruz de San Juan sin relación directa con la Orden Hospitalaria, muestra que a lo largo del siglo XVIII el emblema fue adoptado por el clero y la nobleza, más en el caso de Marchena, cuyos señores, los Ponce de León, vestían el hábito de caballeros de la Orden.

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152.00Km
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