La Romería de Las Navas coge impulso en la postguerra, en la década de los años 40,coincidiendo con la nueva imagen tallada por Castillo Lastrucci. Sin embargo, no es hasta 1984 cuando el Ayuntamiento levanta una ermita a la Virgen, que cedió a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno por un periodo de cien años. El lugar de peregrinación dista 5,5 kilómetros de Las Navas, en la zona conocida como la Ribera de Ciudadeja, en dirección a Constantina.
A las ocho de la mañana, y antes de que el calor apriete, da comienzo la jornada con una oración de romeros en la Parroquia de la Purísima Concepción, a la que sigue la recogida de la Virgen que desde hace ya dos décadas visten de pastora. La imagen sale en andas, un pequeño paso de hierro portado por cuatro peregrinos que se van turnando durante todo el recorrido. Pero antes de abandonar el pueblo es tradicional premiar a las tres carretas que vayan mejor engalanadas. Se enfila entonces hacia la salida de Las Navas, si bien antes se hace una parada especialmente emotiva, la de la residencia de ancianos, momento que es muy sentido tanto por los propios peregrinos como por las personas mayores de la residencia que pueden ver de cerca la imagen de Belén.
Alrededor de la una de la tarde se llega a la ermita, en cuyos aledaños se celebra la Misa de Romeros, un enclave de especial belleza rodeado de árboles. Una vez que la Virgen es introducida en su ermita, los peregrinos la visitan con frecuencia durante toda la jornada, sin que la llegada de la hora de comer interrumpa las visitas. Es entonces cuando las familias sacan las viandas de sus carretas tiradas por tractores y se inicia el almuerzo de hermandad. A las seis se procede a la recogida y son muchos los vecinos que aguardan la vuelta de los romeros y, en especial, a la Virgen a la que cantan sin cesar. Ya en su templo a la imagen se le cambia el vestido de romera por sus tradicionales mantos.
La imagen de Nuestra Señora de Belén, Patrona de Las Navas de la Concepción, es obra del imaginero Castillo Lastrucci y data de la década de los años 40, dado que la mayoría de las imágenes religiosas existentes en la localidad fueron quemadas durante la Guerra Civil. Tan sólo se salvaron dos gracias a la acción de los propios vecinos que las escondieron. Se trata de las tallas de Santa Ana y de la Inmaculada Concepción. Esta última quedó sin embargo reducida a pedazos, aunque posteriormente fue restaurada y ahora luce en el altar mayor de la Parroquia de la Purísima Concepción.
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